...
Hay algo tan perverso en los teléfonos,
en las gafas oscuras,
en los pestillos.
Algo que no cambia
ni se moja
ni se enciende.
Un sonido seco y mustio:
eco de una voz
que se rompió sin espejo.
Y se hizo el espejo / Nos pidió contemplarnos / Dejó nuestras almas / Con la suerte rota