Wednesday, December 14, 2005

Perdidos

Se ha extraviado el tiempo
en la oscura soledad de nuestras casas.
No hay tambores ni banderas suficientes
para derrotar la negrura y el espanto.
Los cuadros, el polvo y las paredes
forman cúmulos y esferas nebulosas.
Transcurren las edades:
ardientes fogatas
que marchan tras la sombra del crepúsculo.
Otra vuelta al sol y la tierra
sigue siendo la morada
de las ganas fieras de encontrar
lo que no existe.

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De: "La Espiral del Caracol"
Copyright © María Caracol 2005
Todos los derechos reservados

Tuesday, December 06, 2005

La Quijota















Se quedó sin leche y sin abrigo un treinta y uno de diciembre
del setenta y tres
a los doce días de parir
con la hija nueva entre los brazos
y la otra con la manita cerrada en la tela de la falda
girando una trenza larga y silenciosa
cuando entró corriendo su hermano a decirle
que habían matado al vecino y no se sabía a cuántos más
se le secaron los pechos sin clamor ni sonido
y la boquita rosa succionó la nada
la atormentaron entonces los pensamientos súbitos
la culpa de la maternidad inacabada
la sensación de que nunca lograría reparar el evento
porque en su corazón se había instalado un martillo
machacando
y haciendo pedazos todos los derechos
al agotamiento

*
con árboles de amor y sacrificio se recogió el pelo
besó a las hijas sin llenarlas de lágrimas porque los besos las cubrieron completas
y no había espacio para nada más que no fuera
esa herida feroz que le crecía por dentro
por eso no pudo llorar mientras jugaba
una última ronda con canciones antes de taparlas y cantarles tuto
años después se preguntaría
frente a un espejo
qué pudo ser peor que marcharse dejando a sus espigas jugando en un viento lleno de sangre

mantuvo su rostro de valquiria mientras brincaba sola
con una maleta absurda y sin sentido
las paredes rugosas de la embajada
se apoyó en el techo de la citroneta para subir más alto
mientras el agujero negro de esa calle oscura se volvía gigante
y asesino
fue su papá aquel viejo judío con los ojos tiernos llenos de silencio
el que la llevó esa madrugada a emprender el más largo viaje de su vida
y ella no olvidó nunca su mirada ausente
a veces quien te ama no sabe ni cómo despedirse
no tiene el nervio de tocarte el alma
pero es capaz de sostener una calle negra en la espalda
para que una bala no se incruste en tu cabeza

*

con el tiempo se fueron desmayando las cicatrices más largas
sus niñas crecían y el corazón no le pedía tanto
quería creer en sus sueños planetarios
en la justicia
en algo que hoy es impreciso y casi nadie recuerda
y que provoca tantas cosas raras
angustia rechazo miedo culpa
argumentos sobre la inutilidad y lo inservible
protestas airadas para asegurar que nos esforzamos
que no estamos viviendo horas extras
porque otros murieron antes para salvarnos
que hicimos lo que pudimos vaya y no resultó
¿qué más esperaban de nosotros?
hasta nos dan ganas de gritar bola de malagradecidos
pero creo que el rubor alcanza para no decirles de cosas a los muertos

*

ella creía
esa es la verdad más verdadera
ella confiaba y tenía ganas de ver crecer otro horizonte
y puso el hombro la espalda y las heridas a disposición del quid
mordió su arnés y comenzó a trabajar su pedazo de campo
a esculpir las grietas para abrigar nuestras semillas
y no importó la lluvia y la miseria de todos aquellos que pisaron su rostro
que le birlaron los bienes el calor y las sonrisas
tener fe en algo es magnífico y ella no tenía Dios desde nunca
y desde cuando había buscado un motivo
para volcar su inmensidad su territorio
su amor infinito
y este era cierto
era blanco
tenía que ver con la igualdad y la justicia
aunque sangraba y sangraba como el cuerpo de una ballena atravesado por un arpón

*

la cama es un infierno cuando el cielo está lleno de bombarderos
y la sensación de que el techo caerá encima del tórax crece con el sonido violento
del aire que se corta
pero niñas eso no importa sigamos adelante
que hay un planeta entero llamándonos temblando
nos necesita

tomar el fusil y meter el dedo en su gatillo frío
sentir en el hombro un golpe y ver como se extiende después el moretón inmenso
escuchar el rugido que revienta las membranas y los sueños
para temer finalmente que una bala perdida mate a una vaca
pero por Dios si esta niña está llena de miedos
no será buena revolucionaria

*

ella
la madre colosal
la que dejó las plumas esperando
dirigió siempre su ruta con el timón de la consecuencia
y de todos modos se quedó sin carne
porque retornó un buen día hasta su origen
a reconstruir el cielo y las balanzas
pero ni siquiera su hermano la miró con buenos ojos
el mismo tío roto que al final se hartaría de la vida a punta de tabletas
ese hermano que gritó la noticia que la dejó sin leche
la miró a los ojos una tarde y le dijo “yo sé bien que tú eres una espía de un gobierno extranjero”
porque en la paranoia y el sálvese el que pueda nada mejor que acusar de la desgracia
a quien tiene menos fuerza

y a pesar de todo no se le acabó el amor
era un milagro
esta mujer-cometa con la soledad bordada de cicatrices
miraba con asombro la germinación de la tierra
las flores naciendo y el color imposible de las alas de los pájaros
profunda como las olas y la sangre marina
con los ojos de agua y argumentos
no se le acabó el sonido ni el calor de las manos
carajo como hizo para guardarlo no entiendo
pero supo su piel seguir bailando con el tacto dulce del sol

esa mujer sabía tocar el corazón con la boca
y abrazaba con cada gota de piel
hasta inocular el cariño en los tejidos

*

así
con el conocimiento abierto y los años pasados
empezó a encontrar inútil eliminar los rastrojos
cortar maleza y desinfectar verduras
y su casa se hizo monte y laberinto
por fortuna no crecía la maraña en la cabeza
y aún se podía ver el cielo asomado en los arbustos
en ese galimatías venerable encontraba a veces la belleza que juraba perdida
aunque el hombre a su lado no valiera tres pesos
y llevara años sin besarle la boca
recordaba entre cenizas y pedazos el polvo
de las tumbas de los que se habían ido
pero seguía cavilando sobre aportaciones y rutas
que podrían hacer de la tierra una casa más amable

tampoco niñas le tocaban más las faldas
porque crecieron y se fueron lejos
cuando partieron las miró con los ojos ausentes
sin saber cómo despedirse de sus brotes de trigo
a veces no se puede decir adiós cuando se ama
y se acordó de su padre y la citroneta verde
y se acordó de que no tenía Dios alguno para insultarlo un poco
y reclamarle el vacío de la bandera
la historia incinerada
tantas migas

seguía flotando con las alas necias con calor de mariposa triste
con tanta absurda historia entre las ramas
y empezó a pensar seriamente en mudarse de globo
pero no pudo
desde niña alimentó a las criaturas que habitaban
la casa de su madre
y le florecían rosas margaritas y conejos
con cuatro años había lavado montañas de loza
camisas y calzones
resquicios
y toda la sangre de su cuerpo la había empujado siempre
a levantar la mano para aceptar más juramentos
ni siquiera el agua o el ardor de primavera
le hicieron perder las ganas de reparar lo inicuo
por eso no pudo nunca huir de las labores
que le exigían transformar la cochinada en mundo
por eso sigue ahí soplándole a los restos de la hoguera
y abrazando futuros que sabe
ya no pueden ser suyos