Monday, December 11, 2006

10 de Diciembre de 2006

Llamó mi padre temprano.
Tengo buenas noticias, dijo:
Murió Pinochet.

Yo no atiné a decir nada.
Solo dejé que la sangre se agolpara en mi pecho
Y mi corazón cogiera aire del aire.

Después sonreí
Y elevé una plegaria:

Dios mío,
Por favor,
Haz que se pudra en el infierno.

Wednesday, December 06, 2006

Conjura del mar



















Foto: José Romão © Espuma do mar batido de Inverno na Malhada do Ouriçal. Mil Cores ®

Mi corazón se ha cansado de tanto juego negro, de ganar todas las manos del pokar con los dientes, del absurdo maratón para tener una foto nueva y festejada,
de no tener nada que decir sin tratar de conseguir algo que se cuente.

Hubo un tiempo en que miraba el sol goteando entre las briznas del pasto
y los insectos derramaban el fuego verde sobre el blanco.
Una tras otra se engarzaban las hierbas nuevas,
blanco sobre verde, verde sobre blanco.
Entonces yo no sabía que el nacimiento de esas flores se llamaba inflorescencia.
Pero miraba sus túneles y presentía el cuerpo de mujer de la tierra.
Olisqueaba el aire y los sabores dulzones del otoño
con las piernas abiertas sobre el monte de hojarasca y rocío.
Y bailaba mi pecho,
como un tambor premiado o un trompo cantor.

Ya no quiero jugar el juego del martirio. La reducción y las sogas. El silencio helado. El sabor del plástico.
A la noche me lanzo, cegada de un ojo,
con todo el propósito de perder entre las calles las llaves, los relojes,
los instructivos.
¿Qué falta de materia podría resumir este hueco permanente de cenizas?
¿Con qué cuchara me arranqué la resistencia y quedó únicamente la carne lastimada
de tanta torcedura?

Estoy clavada con piernas y con uñas en la tierra humedecida,
como una espiga adormilada y triste,
pero firmemente atada al amor de sus raíces,
bebiéndome los jugos perfumados del planeta.
Ya no voy a fumar agujeros infinitos, que esperan una mano de pintura
y seis tornillos.
Ya no voy a dejar que me amarren la voz y los helechos.
Nadie me encerrará otra vez en una cueva.
Me voy a derramar como una fiesta.

Y bailaré
con todos los nombres que poseo.
Y en el borde de la sal y de la espuma
mi huella será admirablemente diluida.

Tuesday, December 05, 2006

Recortes

Escribo poco desde hace días.
He pensado demasiado en la muerte
de los alacranes,
en la rabia del río,
en la sordera repentina de mi cama.

Como dos flautas gemelas
las agujas del tiempo se anularon
y flotan,
mirándose los labios,
enrojecidas,
sulfuradas.
Se quedó sin lengua el despertador.

Mi teléfono,
como si fuera una palabra olvidada,
desapareció de la casa
y solo quedó en leyenda su existencia original.

¿Estamos ciegos? grité una tarde
en que el sol se puso muy temprano
-eran sólo las cinco-
porque una raíz inmensa
estaba rompiendo el pavimento.
Y entre las grietas, pululaban los bichos.

¿Ver algo claro en el suelo?
¿A punto de cortar las cuerdas del cometa?
¿Con ganas de ir a manosear el horizonte?

No se puede.

He pensado mucho en la muerte
de los volcanes
y la tierra.
En las cáscaras y el cielo.
En mi teléfono perdido.
En mi cama y el desierto.

Aún me hace ilusiones cumplir treinta y tres años.