Tuesday, December 05, 2006

Recortes

Escribo poco desde hace días.
He pensado demasiado en la muerte
de los alacranes,
en la rabia del río,
en la sordera repentina de mi cama.

Como dos flautas gemelas
las agujas del tiempo se anularon
y flotan,
mirándose los labios,
enrojecidas,
sulfuradas.
Se quedó sin lengua el despertador.

Mi teléfono,
como si fuera una palabra olvidada,
desapareció de la casa
y solo quedó en leyenda su existencia original.

¿Estamos ciegos? grité una tarde
en que el sol se puso muy temprano
-eran sólo las cinco-
porque una raíz inmensa
estaba rompiendo el pavimento.
Y entre las grietas, pululaban los bichos.

¿Ver algo claro en el suelo?
¿A punto de cortar las cuerdas del cometa?
¿Con ganas de ir a manosear el horizonte?

No se puede.

He pensado mucho en la muerte
de los volcanes
y la tierra.
En las cáscaras y el cielo.
En mi teléfono perdido.
En mi cama y el desierto.

Aún me hace ilusiones cumplir treinta y tres años.

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