Monday, April 30, 2007

El juego de hoy















Esta desesperación por ser completo
alguien que se note,
alguien que aparezca,
una flama brillante o sustanciosa,
una huella en el cemento,
una estampa del libro de los dioses,
un diamante descrito por la historia,
una fecha permanente;

esta angustia jugosa y perceptible
en las ganas abiertas de mostrarse
y decir: “yo soy ése, ése, ése”,
el que pintó en el cielo los lunares,
el que se inflamó el bolsillo con la idea,
el único patriarca del tesoro,
el colector del público admirado,
el que le ha cortado al tigre la cabeza;

esta oscura fiebre,
la alegría
por ganar la partida a los vecinos,
por llegar antes y primero
a ostentar galardones y laureles
para empaparse de triunfo y de peldaños
el corazón y la sangre.

Esta bestia feroz que nos habita
y se incrusta como una garrapata,
nos amarra de los pies hasta los párpados
y se ríe con traiciones en la boca:
olvidamos quienes son nuestros hermanos,
desoímos los lamentos de la tierra,
y decimos: “he crecido”, “soy enorme”,
aunque estén petrificados nuestros cuerpos.

Este juego de hoy que nos desgaja
y nos deja las manos sin espuma,
nos arroja a perseguir lo inalcanzable
con un péndulo de acero sobre el cuello:
si no llegas, si no tienes;
si no alcanzas, si no puedes,
el castigo tenebroso será sombra
y una letra sin voz por epitafio.